viernes, junio 30, 2006

De Vizcaya, Bizkaia, Correas y Korreas

Decía Gabriel Aresti en un poema de "Harri eta Herri" (Piedra y Pueblo):

"Foru Santuak dio / Bizkaiko lurra / Bizkaitarrena dela. /Hala dio, Bladi."

En castellano viene a ser algo como:

"El Santo Fuero dice / que la tierra de Vizcaya, es de los vizcaínos. / Díjolo Blas."

Punto redondo, se entiende.

El hecho de que el señor Aresti se dejara llevar por la literalidad del Fuero Viejo y por su entusiasmo nacionalista y lo entendiera justo al revés es otra historia. Aquí, de lo que vamos a tratar es de esta curiosa metamorfosis de "ces" en "kas" que acabó por convertir Vizcaya en Bizkaia.

Hasta el siglo XIX el vasco no se escribía mucho, pero lo que se escribía se escribía apañando las reglas ortográficas de las lenguas vecinas y superpuestas: el castellano y el francés. En ninguna de ellas se usa la letra "k" más que en legados aislados de lenguas exóticas como el griego o el chino. Por tanto, los escribas vascongados tampoco usaban esa letra al transcribir los fonemas de su lengua materna. Por ejemplo, cuando el clérigo frances Haramburu (sic) quiso escribir un manual de devociones lo llamó "Manual debotionezcoa", con "c" de casa.

Hasta que llegó el siglo XIX y su plaga de nacionalidades, etnias, pueblos, tribus y demás excusas para pelearse con el vecino. A la hora de unificar las distintas hablas euscáricas y darles una ortografía uniforme se optó por hacerla lo más distinta posible de la que gastaban los vecinos. Llovieron, pues, "kas" a mansalva, amén de proscribirse la "v" y de tomarla con la "ch". Todo fuera válido por hacerse distintos y opositar para extranjeros voluntarios.

Pues bien, una vez asentadas las "kas", desterradas las "uves" y perseguidas las "ches" de la ortografía vascuence, algunos entusiastas de la causa han procedido a normalizar sus castellanísimos apellidos. Hasta la fecha he sabido de un Karmona, varios Kortinas y ¡oh, maravilla! un individuo apellidado Korreas.

La historia tiene estas guasas: Gonzalo Correas (o Korreas) fue un gramático renacentista español que propuso una reforma radical de la ortografía castellana en la que se suprimían la "c", la "q" y la "v" para mejor y más completo reinado de la "b", la "z" y la "k". En consonancia con su sistema, pues don Gonzalo era hombre de principios, firmaba sus obras como Gonzalo Korreas.

La pega es que el buen hombre fuera de Cáceres y nadie le hiciera el menor caso. Si llega a nacer en Bilbao un par de siglos más tarde le hacen lehendakari, con "k" de Kázeres.

jueves, junio 29, 2006

De bichos y corbatas

Después de haber sido acusado de la muerte e ingesta de Norit, debería haber supuesto que los bichos adorables continuarían su conspiración contra mi persona. Pero uno es de natural confiado y no sospecha ningún peligro en lucir la bonita corbata de la foto ante la gentil y rubia señorita defensora de borregos adorables y demás bicherío grato a la vista y propenso al achuchón mimoso.

¿Conclusión? No sólo soy culpable de zamparme a Norit con patatines sino que además se me acusa de despellejar a Nemo para hacerme una corbata.

miércoles, junio 28, 2006

De fútbol y otros juegos


Ayer, como las tres cuartas partes del país, puse el fútbol en televisión para contemplar en directo cómo los franceses se resarcían por enésima vez de Bailén, Los Arapiles, Vitoria y San Marcial. En román paladino, para ver como los gabachos del demonio nos ponían mirando a La Meca con el culo cual bandera del Japón.

Al rato de ver cómo unos diminutos señores blanquitos que vestían la roja zamarra nacional se estrellaban contra unos oscurísimos mastuerzos vestidos de blanco francés y nuclear le comenté a mi hermano:

- Es sólida la defensa francesa, ¿eh?

- Sí. Peón al cuatro del rey, peón al tres del rey.

Me pregunto si la misión de Starbuck en esta vida no será la de dejarme periódicamente a cuadros. En el presente caso, a blanquinegros escaques de ajedrez.

martes, junio 27, 2006

Del realojo

El pobre Teo ha sido desahuciado. En previsión de su pronta huida del piso familiar, Starbuck se ha llevado la pecera-apartamento que usufructuaba en precario mi pobre idolillo. Se conoce que el muchacho quiere criar algas, hongos e innombrables criaturas nocturnas que desvelarían al mismísimo Lovecraft, porque lo que es peces, dado los antecedentes del criador, dudo que jamás naden en tales aguas.

Ahora, el problema es encontrarle un alojamiento conveniente a la desalojada deidad. Yo creo que le voy a colocar a la sombra del bonsai de mi padre, que es ubicación bastante apropiada para un diosecillo selvático y tropical. Para que se hagan una idea incluyo foto.



Bonito, ¿eh? Pues tiene una pega: la figurita de Lladró le saca tres cabezas a Teo y sospecho que si me doy la vuelta le caneará con el ramillete en todo el occipucio.

En fin, que se aguante. ¿No quería doncellas para sacrificar? A ver qué hace con esta.

lunes, junio 26, 2006

De la música y los estados de ánimo

No es infrecuente asociar melodías concretas a particulares estados de ánimo. Preciso: no es infrecuente asociar dos o tres melodías a otros tantos estados de ánimo. En mi doble condición de psicótico recalcitrante y melómano furioso, dispongo de ingentes momentos musicales con los que ilustrar mis ánimos más variados. Hay música que empleo para los momentos de exaltación y música para los de abatimiento, música para la alegría en cada una de sus manifestaciones y música para el enfado en todos sus grados, música para la satisfacción y música para la frustración.

Disponer del mapa completo de mis manifestaciones anímico-musicales sería muy útil para aquellos insensatos que ocasionalmente disfrutan o sufren de mi compañía, ya que tengo la mala costumbre de ir musitando las correspondientes melodías si estoy en la calle o de reproducirlas a escandaloso volumen si me hallo en el hogar. Sin embargo, el enorme número de ejemplos me impide reproducirlo aquí.

Permítanme, no obstante, hacerles unas breves precisiones: si alguna vez topan con un individuo larguricho que tararea como un poseso el segundo movimiento del quinteto opus 44 de Schumann cambien de acera. Su significado exacto es el siguiente:

"Ya que me hallo profundamente dolido sería un gran consuelo que unos cuantos millones de personas compartieran mi dolor. ¿Se animaría alguien a invadir Polonia?"

En cambio si lo que tarareo es el tema del corno inglés que suena recién comenzado el acto final de Tristán e Isolda, lo más conveniente sería invitarme a un whisky doble con mucho hielo y un toque de cianuro. En tales circunstancias lo agradecería bastante, créanme.

Por no parecer demasiado negativo también precisaré que si silbo fragmentos de la Sinfonía en Do de Bizet, me hallo en el mejor de los humores, casi al borde de la levitación exultante.

Por terminar las aclaraciones, quiero que conste que me acabo de administrar en el ordenador los tres fragmentos consecutivamente. Qué pueda significar esa mezcla aberrante no lo sé y tampoco lo quiero saber.

Intuyo que no me gustaría.

domingo, junio 25, 2006

De las pesadillas tecnológicas


La tecnología moderna y mi clásica paranoia se han aliado para perturbar mi sueño. Estoy yo vagando por los nebulosos paisajes del sueño profundo cuando el timbre de mi móvil me devuelve a la realidad.

Realidad que consiste, la muy perra, en un estúpido Capitán recién despierto musitando: "¿diga?, ¿diga?" a un teléfono apagado.

viernes, junio 23, 2006

De los eufemismos

Los eufemismos son peligrosos, los carga el diablo. Se quiere evitar el escándalo y se origina uno peor. Ejemplos hay unos cuantos:

- Cuando Cela escribió su "Viaje a la Alcarria" mencionó a un personaje al que sus paisanos llamaban Estanislao "el Mierda". Corría el año 52 cuando se publicó el libro y a la censura de la época le pareció un apodo en exceso escatológico. Hasta la séptima edición (1972), don Estanislao figuró como "el M." Por ello, durante veinte años, el público lector tuvo al alcarreño por aficionado al sexo homosexual y no por enemigo de la higiene.

- El poema de Dámaso Alonso, "Los Insectos", publicado en "Hijos de la Ira" culminaba con el siguiente verso: "ah, los insectos, los puñeteros insectos". Al editor bonaerense que lo publicó por vez primera le pareció que lo de "puñeteros" era una obscenidad y lo sustituyó por un pacato "los p... insectos". El resultado, claro, es que generaciones de lectores hemos rematado el verso con un escandaloso "los putos insectos".

Yo que conozco tales ejemplos, debiera aplicarme el cuento, pero no hay manera. Fuera de esta página servidor habla como un seminarista pudibundo y se sonroja hasta la raíz de los cabellos si ha de mencionar alguna inconveniencia. Alguna rubia beldad me lo ha censurado por afectado y rídiculo, pero qué quieren que le haga, es genético: mi abuela sólo se refiere al coíto como "las guarrerías", mi madre nunca habla de sexo sino de la "cosa sexual" y según su léxico los hombres no gastan pene sino "cola" o "minina". Menos mal que no tenemos gato y no hay por tanto peligro de que nadie diga aquello de "tengo una gata divina / voy a enseñársela ahora. / ¡Pepe saca la minina, / que la vea esta señora!"

Pues bien, yo, que llevo todos esos genes encima, no puedo evitar mi ración colmada de pacatismo verbal. Pero eso sí, prometo que a partir de ahora intentaré llamar al pan pan y al pene pichurrilla.

Lo siento, me ha salido solo.

jueves, junio 22, 2006

De los páridos

La vida nunca deja de ofrecer oportunidades para demostrar el propio friquismo.

Andaba hace un rato ojeando bitácoras ajenas cuando fui a dar con la de la señorita Perri y la historia de su falda aviar. Resumiendo: la damisela en cuestión posee y pasea una escueta falda blanca adornada por pajaritos verdes, muy útil para excitar el rijo y disparar la libido de los varones circundantes. Al parecer, un pretendiente con sobredosis de originalidad se ofreció a identificar las aves previo cercano y atento examen. El veredicto fue: "carboneros", que son unos vistosos, frecuentes, alegres y ruidosos páridos. A pesar de los esfuerzos del galán, el veredicto de la pretendida fue que áquel era demasiado estrambótico para merecer un segundo más de atención.

Pues bien, yo, que no he visto la falda de marras y ni siquiera tengo la excusa de buscar lujuriosos alivios con su propietaria voy a remachar mi friquitesca condición con una observación absurda, cromática y ornitológica:

- Si el pajarito era verde, o bien no era un carbonero, o yo sufro de un daltonismo terminal. Porque, vamos a ver: ¿tienen ustedes por verde al siguiente pajarito?


Para mí que es amarillo, blanco, negro y azul. ¡Ay! Si al final resultará que el ave estampada era un verderón común o un herrerillo particularmente desteñido...

No se puede dejar el ligoteo friqui en manos de aficionados.

PD: La historia original de la faldita pueden encontrarla aquí: http://laperri.blogspot.com/2006/02/freedom-for-carboneros.html

miércoles, junio 21, 2006

De las leyes de la Física


Starbuck: Pero Achab, ¿qué haces en el ordenador a media mañana?

Achab: Buscando legislación modificada para actualizar un tema.

Starbuck: Es la ventaja de las leyes de Newton, que nunca las modifican.

¡Será listillo el físico-teleco de las narices! Pues pienso estar tirando manzanas por el balcón hasta que una se quede haciendo volatines a modo de vencejo o golondrina. A mí no me chulean a dúo un hermano con barba y un inglés con peluca.

martes, junio 20, 2006

Del almacenamiento del zumo


Sediento después de un largo día de estudio me dispongo a servirme un vasito de zumo de naranja cuya temperatura bordee el cero absoluto, que es lo que el cuerpo me pide en esta época y circunstancias. Con el fin mencionado, abro la nevera y tomo un tetrabrik que allí se halla. En ese momento irrumpe mi madre en la cocina presa de la mayor de las alarmas:

- No se te ocurra abrir el paquete de zumo que está tumbado.

- ¿Por qué no?

- Porque si lo abres se vierte y no hay espacio para ponerlo de pie.

- ¿Y si tengo sed qué puedo hacer?

- Beber agua.

- ¿Y qué diantres hace el zumo en el frigorífico si está prohibido servirse de él?

- Enfriarse: es verano y fresquito apetece más.

Que me cuelguen si lo entiendo.

lunes, junio 19, 2006

De la conformidad

Dice un proverbio chino que la conformidad abre la puerta de la felicidad. Pero el proverbio lo mismo podía ser catalán que chino, porque a diez horitas del referendum del estatuto catalán de marras:

- Los que pedían el están contentos porque eso mismo ha salido e interpretan que los que se abstuvieron querían apoyarlos, pero lo vieron tan claro que no consideraron necesario agarrar la papeleta;

- Los que pedían el no, están exultantes porque han votado els quatre gats que nombraron el cabaret e interpretan en consecuencia que los que se negaron a votar lo hicieron por desamor al estatuto propuesto.

¿Y los que se abstuvieron qué opinarán? Que les salió un día de playa precioso, supongo.

sábado, junio 17, 2006

Del diluvio particular


Las cosas como son, a este capitán no le gusta mucho conducir. Si hacerlo en óptimas condiciones ya le tensa, manejar el coche bajo el diluvio universal le pone los nervios de punta y haciendo acrobacias.

Claro, que para solventar esta tensión lo mejor es un copiloto locuaz:

- ¡Huy qué poquito se ve!, no sé como puedes conducir.

- Aham.

- Si esta todo negro negrísimo.

- Aham.

- Parece que vayamos por un túnel.

- Aham.

- Menos mal que al final del tunel se ve como una luz.

- Fantástico, la he palmado y ni me he dado cuenta.

viernes, junio 16, 2006

De hipotecas y capibaras


Según un documental que vi una vez, en ciertos agrestes pagos del llano venezolano, la cómida típica del Viernes Santo es el capibara asado. El dichoso capibara no es un pescadito del Orinoco, como uno en su ignorancia pudiera suponer, sino un roedor gigante de costumbres acuáticas y porte vacuno. Ignoro a qué sabe el bicho, pero dada su taxonomía yo diría que a conejo; en caso contrario sabrá a pollo, que es el gusto genérico de los manjares desconocidos.

Tan sorprendente costumbre gastronómica tiene su explicación. Por tradición cristiana, el Viernes Santo es día de abstinencia, en el cual, en consecuencia, no se puede comer carne. Comoquiera que nuestro ratuno amigo vive en el agua, no es cazado sino pescado. El pescado, bien sabido es, no se considera carne a efectos cuaresmales y, por tanto, su ingesta respeta la prohibición.

Al tiempo y en el otro lado del mundo, los musulmanes más piadosos no pueden pedir una hipoteca. Dado que el Profeta prohibió prestar a interés, pedir una implica colaborar en la comisión de un pecado. Sabedores de ello, algunos bancos ingleses han diseñado la hipoteca para musulmanes, que viene a ser como la de los cristianos sólo que en vez de pagar intereses pagas una cuota de alquiler por el derecho a usar la vivienda que, ¡oh maravilla!, coincide libra a libra con los "inexistentes" intereses.

Para los ulemas más prestigiosos del lugar, el novedoso producto financiero es conforme con los preceptos coránicos y resulta lícito para cualquier morito necesitado de vivienda. Pero a mí, el argumento me resulta tan especioso como el que afirmaba la naturaleza piscícola de los capibaras.

Ya puestos, ¿no se les ha ocurrido fabricar jamón serrano con capibara de bellota?

jueves, junio 15, 2006

De la metapedantería

Pues hala, comoquiera que ayer se me indicó en los comentarios de esta bitácora que soy un pedante insufrible, voy a poner en marcha mi impulso de autosuperación escribiendo un post pedante sobre la pedantería. Si la literatura que trata temas literarios se denomina metaliteratura, entonces este post es metapedante. Avisados quedan.

Pues bien señores, sepan ustedes que "pedante" es uno de esos vocablos con etimología curiosa que tanto entretenimiento me procuran. Generoso que soy, compartiré el entretenimiento con ustedes.

Comencemos por el principio, que es modo de empezar ordenado y lógico. Pensemos pues en otras palabras que empiecen por "ped-". Veamos: "pediatra", "pedicultura", "pedagogo", "pedófilo"... ¿Será que esto tiene algo que ver con niños?

Efectivamente, señoritas, señoras, caballeros, y bestias de demás pelaje. En la Italia renacentista, el pedante era un maestro ambulante que enseñaba a los muchachos adinerados latín, griego, las cuatro reglas y demás sabidurias imprescindibles para alternar en buena sociedad y prosperar vendiendo especias, bestias de tiro, calzas bordadas de oro y cristal de Murano.

Claro, que pedantes había muchos y muchachos adinerados pocos, así que estos buenos señores competían ferozmente por los más reputados y mejor pagados puestos. Dado que a quien debían convencer era a los padres pagadores y no a las educables bestezuelas, no perdían oportunidad de exhibir sus conocimientos y saberes, pedían el pan citando a Virgilio y estornudaban hexámetros griegos.

Tras semejante bombardeo discursivo quedaban dos opciones: o bien te contrataban o bien te mandaban a la porra por fatuo, pesado e insoportable. En cualquier caso, pedante eras, pues con el transcurso del tiempo ambas cosas pasó a significar el vocablo.

Los españoles, que le tomamos prestada la palabra a los habitantes de la itálica bota, ya sea por malicia o por la preponderancia de la escolarización fuera del hogar, no la utilizamos más que para azote de extralimitados verborreicos y fusta de blogueros estilísticamente autocomplacientes.

Pero, sean sinceros: ¿se divertirían igual sin mis verbosos volatines gramaticales?

Yo, personalmente, no.

miércoles, junio 14, 2006

De la conversación

Hoy he quedado a la hora de comer con una amiga que hacía tiempo que no veía.

Después de una hora de charleta, me he despedido muy educado:

- Como siempre, ha sido un placer hablar contigo.

- Como siempre, ha sido un placer escucharte hablar conmigo.

Caramba, yo no hablo tanto. La culpa es suya por sacar a colación temas de mi interés. Si no mencionara la historia, la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura, los viajes, la botánica, los animales domésticos o salvajes, los minerales, la política, la astronomía, la geografía, la teología, las matemáticas, la familia, los conocidos, los extraños, el mundo o sus circunstancias yo me estaría calladito como un búho.

Si es amiga mía, debería saberlo. Digo yo.

martes, junio 13, 2006

De la publicidad y los derivados del caucho

Estaba yo en la bañera con mi patito de goma y la radio puesta...

- ¿Y con esta sequía no sería mejor ducharse?

- Probablemente, pero el remolino del sumidero le da miedo a Cuasimiro y yo debo velar por la salud psicológica del pobre bicho.

- ¿Y desde cuándo los patos de goma sienten miedo?

- Más o menos desde que los diosecillos aztecas se entrometen en conversaciones ajenas.

Bueno, pues estaba yo en esas cuando un anuncio singular ha llamado mi atención. Una voz de acento aproximadamente caribeño canturreaba:

"Si está vieja la goma
el sustito asoma.
Cambia la goma,
cambia la goma."

No sé si es que tengo una mente muy sucia o un exceso de imaginación, pero en lo último que pensé fue en neumáticos de coche.

lunes, junio 12, 2006

De la malinterpretación y los dolores de espalda

Hoy he llegado a la Academia andando como un muñeco de cuerda, medio encorvado y con una mano en las lumbares. Mi preparador, que me ha visto llegar en tan lamentables condiciones, me ha preguntado:

- ¿Qué te ha pasado?

- Bufff, que tengo la espalda toda dolorida.

- ¿Pero cómo te has hecho eso?

- Mejor será que no lo cuente.

El buen hombre me ha mirado con cara rara y me ha dicho:

- Pues cuando yo opositaba no sacaba tiempo para esas cosas.

Me ha halagado tanto su suposición de que dedico mis días libres al sexo acrobático y al funambulismo coital que he preferido no desmentir su versión. Total, lo que yo trataba de ocultar es que me había caído de una silla giratoria al tratar de alcanzar un manual de sucesiones de la estantería superior de mi habitación.

A fin de cuentas, mejor tener fama de ser un cochinillo forniciario que asentar la certidumbre de ser un pato mareado.

domingo, junio 11, 2006

De los vikingos y sus nombres

Hoy es domingo y toca post gafapasta, como debe ser. Aprovecharé que ayer estuve en la Feria del Libro haciendo acopio de sagas islandesas, uno de mis vicios confesables, para disertar un ratillo sobre los nombres de los vikingos y sus resonantes apodos.

Resulta que esta gente no usaba mucho de apellidos, salvo los patronímicos. Así, si un hombre llamado Thorvald tenía un hijo y le llamaba Sigemund, el chaval sería conocido como Sigemund Thorvaldson. El problema es que no se estilaba gran variación en los nombres y por ello acababa medio pueblo llamándose igual.

Por tanto y para mejor distinguir, aquellos aguerridos muchachos se calzaban motes sin ningún recato. En las sagas podemos encontrar a gentes tan variopintas como Egil el Negro, Odd el Flechas, Olaf Diente de Guerra, Hrolf el Tranca y otros sobrenombres belicosos y amenazantes. Claro que, como el mote te lo ponían los demás, no siempre salías tan bien parado. También había un Kettil el Trucha y un Ölvir el Amigo de los Niños.

Este último merece comentario aparte: no es lo que ustedes están pensando. Lo que ocurre es que en aquellos tiempos, cuando se saqueaba una aldea enemiga, además de violar a las mujeres y matar a los hombres era costumbre empalar a los niños de pecho en honor a Odín. Al tal Ölvir le parecía que, si bien matar y violar era cosa razonable y de buena educación, lo de empalar bebés estaba feo. Sus conciudadanos, que opinaban a su vez que sostener tales ideas era de impíos y mariquitas le endilgaron el referido epíteto.

Bien pensado lo mismo le hicieron un favor. Porque si tú eres un propietario saqueado y te quejas al rey Olaf el Santo, que aparte de santo era un animal de bellota, contándole que Hrolf el Tranca y Odd el Flechas te han quemado la granja lo mismo consigues que se solidarice contigo y envíe una expedición de represalia.

Pero caso contrario, cuando te preguntase quién se había atrevido a hacer tal desmán le tendrías que reconocer:

"Mi señor, han sido Kettil el Trucha y Ölvir el Amigo de los Niños".

Y de este modo, lo más probable es que te mande a la porra por flojo, debilucho e indigno de llevar cuernos en el casco. Lo mismo hasta te pone mote y, qué quieren que les diga: Ulf el Pringao suena fatal.

viernes, junio 09, 2006

Del desgaste

Cuando yo estudiaba por allí, en la Facultad había un profesor de Derecho Mercantil con dos sorprendentes habilidades:

- Conocía el santo titular de cada día del año y de cada profesión, arte y oficio. Según él se los aprendió por una apuesta y nunca más fue capaz de olvidarlos.

- Predecía las futuras notas de sus alumnos observando el grado de desgaste de sus libros.

Pues bien, me gustaría tenerlo por aquí para que viera mi bienamado Código Incivil. A falta del adivino mercantilista, a ustedes se lo enseño.


jueves, junio 08, 2006

De la República Ficticia del Perú

Mi madre teme las servidumbres de la vejez y su cohorte de achaques y decrepitudes. Por ello, ahorra meticulosamente una respetable cantidad que, llegado el momento, empleará en "contratar a una peruana para que la cuide".

Se preguntarán ustedes a qué obedece tal capricho étnico y qué ventaja se supone que tengan las peruanas sobre el resto de habitantes del planeta. Yo les aclaro que no hay tal capricho: el Perú al que se refiere mi madre, es un país mítico habitado por mujeres bajitas, de raza amerindia e insuperables habilidades en el cuidado de personas discapacitadas: la República Ficticia del Perú.

Cierto es que existe un Perú verdadero habitado por gentes del más diverso pelaje y las más variadas ocupaciones. Un país como Dios manda, con valles y montañas, playas, acantilados, pueblos, ciudades y selección nacional de fútbol. Sin embargo y a los efectos de este post, ya pueden ustedes haber nacido en el centro mismo de Lima que, si son varones, altos, blancos, negros, amarillos o no han tenido jamás a su cargo el cuidado de un anciano, carecen de todo derecho a tenerse por ciudadanos de la República Ficticia del Perú.

No, no estoy loco, todo esto tiene su explicación.

Una de las mejores amigas de mi progenitora tiene a su vez una madre de provectísima edad. Hace unos años la salud de la buena señora estaba en un estado tan calamitoso que los médicos la dieron por desahuciada en plazo de pocos meses. Desolada por la noticia, pero sensible a las necesidades de una larga convalecencia, la hija contrató a una mujer peruana de nombre improbable y experiencia en la materia para que velara por el buen cuidado de la anciana. La enfermera, a quien otorgaremos el supuesto nombre de Eduviges para mayor comodidad del discurso, comenzó a ejercitar su labor con enorme diligencia. Además mostró una habilidad sorprendente en todo aquel trabajo para el que su ayuda fue requerida.

Toda esta actividad se mostró inútil para sanar a la enferma, cuya situación empeoraba. A tal punto había llegado el deterioro de su salud que ni conservaba el entendimiento ni era ya capaz de ingerir alimento sólido. Lejos de descorazonarse, doña Eduviges preguntó a su empleadora si le permitía emplear con la anciana un remedio de su tierra natal.

Perdidas todas las esperanzas de volver a ver sana a su madre, la señora autorizó a la serrana a realizar lo que tuviera por necesario. Doña Eduviges regresó con una maleta llena de hierbas, atadijos de sospechoso aspecto y otras curiosas materias, seleccionó unas cuantas, preparó un maloliente cocimiento y se lo dio de beber a la anciana.

Ignoro qué contenía aquel bebedizo, pero los efectos fueron sorprendentes: el entendimiento no pudo recuperarlo, pero si a la hora de comer pones delante de la abuela un buey relleno de pajaritos te deja los huesos mondos. De momento, ya es centenaria y parece dispuesta a enterrar al resto de la familia sin variar en un ápice la digna pose de momia del altiplano que se le quedó tras el tratamiento.

Ni que decir tiene que doña Eduviges, cima de las habilidades doméstico-sanatorias y honra de las mujeres de su raza, se ganó un aumento de sueldo, más horas libres, cuanto quiso pedir por añadidura y el reconocimiento infinito y perpetuo de aquella familia. Tiempo después, se buscó empleo más cómodo y remunerativo sin que de ella se volviera a saber. Resulta lógico, genios de tal calibre son difíciles de retener.

Desde entonces, mi madre no concibe su ancianidad sin tener a su servicio una habitante de la República Ficticia del Perú que la cuide, la sane y si necesario fuere, la momifique en vida. La verdad, no me extraña. Yo me pido otra.

miércoles, junio 07, 2006

De los psicólogos aficionados


Estaba ayer viendo en la tele las malandanzas del doctor House cuando uno de los personajes, el oncólogo majete y con flequillo, le endilgó al atrabilario matasanos el cruel análisis psicológico que sigue:

- No te gustas, Greg, pero te admiras tanto...

Y claro, Starbuck no iba a dejar pasar la oportunidad de fustigarme un poco:

- Fíjate, lo mismito lo mismito que te pasa a ti.

Vamos a ver. No me importa que mi hermano juegue a ser Freud conmigo; lo que me molesta es que acierte. Además, no sé cómo demonios se ha dado cuenta esta vez: siempre me aseguro de que nadie esté mirando cuando me lanzo besitos al espejo.

martes, junio 06, 2006

De los insultos


Me entero al leer la edición digital de El Mundo que ayer, en Gerona, el destacado columnista catálán Arcadi Espada resultó agredido por una pandilla de salvajes tetrabarrados cuando se disponía a explicar en una conferencia sus razones para oponerse al nuevo Estatuto de Cataluña. Nada nuevo, porque desde que fundó un partido de izquierdas no nacionalista, cada vez que el hombre intenta explicarse, le revientan el acto si no la jeta.

La diferencia con otras ocasiones ha sido doble: por una parte le han caneado más de lo habitual y por otra pasaba por allí Victoria Prego, periodista de El Mundo, para contarlo. De su crónica, lo que más me ha sorprendido es, que a los insultos habituales: traidor, fascista, español, los alusivos a la profesión u oficio maternos y demás que uno puede esperar de tan letrados animalejos, se ha sumado uno nuevo y original: ¡Bilingüe! - dígase escupido por el hueco del colmillo y con cara de haber visto a Satanás meneando el rabo.

Doy por sentando que el increpante era, cuando menos, trilingüe, tetralingüe o pentalingüe. En caso contrario, no me cabe en la cabeza qué motivo pueda tener para considerar baldón insultante el bilingüismo. Claro, que existe la posibilidad de que su problema sea la mononeuronalidad propia y no el bilingüismo ajeno.

El caso es que a mí esto me recuerda algo.

Era yo un chavalín pequeño, gafudo y cabezón cuando me desgracié la clavícula haciendo el cabra. En consecuencia, hube de llevar cabestrillo por un par de meses. Como en los recreos no podía jugar al fútbol salvo que hiciera de banderín del córner, oficio éste bastante aburrido, decidí llevarme un libro de conveniente espesor (no me acuerdo si "Los tres mosqueteros" o "El Conde de Montecristo") para aliviar el inevitable tedio.

Pues bien, estaba yo absorto en ello cuando un chaval dos o tres años mayor se acercó, me quitó el libro, lo inspeccionó, lo tiró al suelo y me arreó una cumplida y resonante colleja al tiempo que explicaba el motivo de su inquina:

- ¡Intelectual!

Pueden dormir tranquilos, ya sea en Madrid o Cataluña, el futuro del país está en cultas y bienintencionadas zarpas.

lunes, junio 05, 2006

De la lástima salvífica

El portero de mi casa es un tipo curioso: un treintañero regordete, chaparro, abúlico, holgazán y desdentado. Starbuck, que tiene un talento malévolo para las agudezas crueles lo definió en cierta ocasión como "hombre de treintaitantos años y veintipocos dientes".

Sin embargo, cuando lo contrataron, el hombre tenía buena apariencia, porte y disposición, pero con el transcurso del tiempo le han abandonado las fuerzas, el ánimo, la actividad, la mujer y los dientes. Los tres primeros abandonos casi le cuestan el empleo. Los dos últimos se lo han salvado.

Me explico. La comunidad tenía casi decidido prescindir de los sevicios de su inactivo empleado cuando mi madre adujo el potente argumento que lo salvó:

- ¿Y a dónde va a ir este hombre con lo bobo que es? ¿Qué va a hacer un completo inútil, sin mujer, con hijos y sin dientes? Acabará en un banco del parque y yo no quiero tener eso sobre mi conciencia.

Ni ella ni nadie. De momento ahí sigue mirando largamanete al infinito y resolviendo crucigramas en la portería.

sábado, junio 03, 2006

De la susceptibilidad

Señorita: Mi novio es muy de regalar cosas sin motivo.

Achab: ¿Y eso no es bueno?

Señorita: En principio sí es bueno, pero es que luego se enfada.

Achab: ¿Se enfada?

Señorita: Sí, mira. Ayer vino de viaje y me trajo un bolso horroroso.

Y claro, yo le dije: "¿Pero cómo puede alguien tener el mal gusto de comprar esa deformidad? Vergüenza me da pensar que hayas pagado dinero por semejante atentado contra el buen gusto y la integridad del paisaje. ¿Qué lo has comprado, en una tienda de recuerdos para turistas invidentes?".

Pues ahora se hace el enfadado y no me coge el teléfono.

Achab: Cosa de todo punto incomprensible y carente de justificación.

Señorita: Eso es lo que digo yo.

viernes, junio 02, 2006

De la coyunda anacrónica

Propone en su página Perlimpina (http://perlimpina.blogspot.com) una ocurrencia divertida cuyo testigo me apresuro a tomar. Consiste el jueguecito en señalar con qué personajes históricos se sometería uno a gozosa coyunda. Mi muy estimada doña Perli propone hasta quince coitales compañeros. Yo más modesto y menos resistente, me conformaré con tres nombradas mozuelas:

- Cleopatra VII Philopator. Dicen los revisionistas que, a juzgar por las monedas antiguas, estaba a medio camino entre fea y del montón. En realidad depende de qué moneda escojas, porque hay de todo. Lo que nadie hasta ahora ha discutido es su gran habilidad en la materia y éste es el merecimiento por el que ingresa en la lista;

- Leonor, duquesa de Aquitania y reina consorte de Francia e Inglaterra (aunque no al mismo tiempo). La niña era un partidazo, eso no hay quien lo niegue. Además, las pelirrojas siempre han tenido su morbillo. De esta mujer se desconoce cuál fuera su habilidad en el fornicio, lo que sí se sabe es que le tenía considerable afición. Baste ello para consignarla aquí.

- Margaretha Zelle, por mal nombre Mata-Hari, que a decir de quienes la conocieron reunía en una sóla persona la afición que le atribuyo a la segunda y la ciencia que le otorgo a la primera. Si eso no basta para cerrar la lista es que nada basta.

Claro que, precisión sea hecha, esto de la coyunda anacrónica lleva implícito que las elegidas se manifestaren por diabólico artificio en la plenitud de su lozanía. Si el magreo debe realizarse tal y como se hallan ahora creo que me inhibo. Dado que hoy tengo el día endecasílabo voy a expresar esta estúpida reflexión en una octava real, que es remate muy barroco y gongorino:

Es índice de mi comportamiento
al tiempo de buscar lúbrica dama
con muertas no tener ayuntamiento
ni traerme difuntas a la cama.
¿Qué importa celebrado nacimiento,
pasada habilidad o grande fama?
Para tal trajín dádmelas vivas,
ilustres menos, pero más activas.

Por supuesto, quedan ustedes invitados a sugerir sus coyundantes favoritos.

jueves, junio 01, 2006

De las sabidurías gremiales


Don Ramón María del Valle-Inclán gustaba de alabar la sabiduría e intelecto de los carteros matritenses. Esta costumbre arrancaba de una ocasión en que envió una carta a un amigo suyo que residía en la calle que Madrid dedica a don José Echegaray, personificación para el deslenguado gallego de todos los posibles vicios literarios y gran pope de la secta de los escritores malos. Don Ramón indicó como dirección de destino: "calle del viejo idiota" y la carta llegó.

Pues bien, existe otro gremio madrileño que acumula las más prolijas y sorpendentes sabidurías: el muy ilustre gremio de los taxistas.

Muchas cosas he aprendido yo gracias a estos ilustrados difusores del saber. Sin ir más lejos, hace unos días, iba yo de vuelta a mi casa, cuando a la altura de un semáforo paró cerca del taxi en que viajaba un cochecito rojo conducido por ubérrima moza de larga y dorada cabellera.

El taxista se giró para verla, comprobó la matrícula del utilitario y me preguntó:

- Oiga, ¿de dónde es la matrícula PO?

- Hmmm.... ¿Pontevedra?

El taxista, ante mi ignorante afirmación, hizo un mohín despreciativo. Acto seguido, sacó la cabeza por la ventanilla decidido a compartir su sapiencia con la rubia beldad:

- ¡Matrícula PO del "piazo" polvo que tienes, cordera!

Lo que hace el saber. Y yo pensando que la chica era de Pontevedra.