lunes, octubre 17, 2011

Como en el día de la marmota

Esta mañana, en la esquina del bar Van Gogh, me he topado con un señor trajeado que era clavadito clavadito al pintor holandés. Por lo normal, estas pequeñas y surrealistas casualidades satisfacen mi inextinguible pulsión por las casualidades y demás tontunas y, en general, sirven para alegrarme el día. Hoy, el asunto Van Gogh me ha resultado un tanto inquietante.

Sobre todo, por que al echarle un vistazo a la prensa digital he vuelto a encontrarme con el pelirrojo neerlandés a cuento de una nueva biografía que niega su suicidio en Auvers. No he querido leer más, no vaya a ser que la teoría sostenga también que lo pusieron en salmuera y lo trajeron a Vigo como un bacalao del Berbés.

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